
sábado, 9 de enero de 2010
martes, 24 de noviembre de 2009
jueves, 4 de junio de 2009
PSICODRAMA EN PRIMERA PERSONA (Parte III)
- Para que no ocupara mucho una sola entrada
- Porque la historia no tiene coherencia ni estructura y puede leerse en cualquier orden
- Porque así me cuenta como tres entradas en el archivo y parece que el blog tiene más actividad
- Porque me ha salido de la polla.
Bueno, pues eso es todo. Léelo en el orden que te parezca, empezando por la parte I y siguiendo por la parte II y después la parte III (ésta) o como sea. O mejor, no lo leas: quema tu PC en cuanto abras este post y sal a la calle a oler tubos de escape y restregarte contra el cemento. En todo caso, hagas lo que hagas, tenemos una cuenta pendiente y voy a enviar a mis sicarios a buscarte para que te canten el repertorio completo de los Hombre G en bucle infinito.
CINCO
A veces la vida se detiene y echa hacia atrás. Nos alejamos del aeropuerto, de vuelta a las calles de la ciudad. Los autobuses, llenos, retroceden, y a través de los cristales del taxi, esta vez, sí que alcanzo a ver las columnas del hotel, cagadas por las palomas. Nuestras maletas salen del coche y nosotros volvemos a ocupar nuestro sitio en el comedor del hotel. Es uno de esos restaurantes en los que el camarero acude presto en vez de gritarte ¡Ya va! En mi reloj, las agujas retroceden hasta marcar las 9:05.
-¿Qué desean tomar los señores?
Beber:
[x] café con leche
[x] cortado
Mojar:
[x] tostadas
[x] curasant
-Tenemos prisa.
¿Has cogido los billetes?
[x] sí, los llevo en el bolso
[x] ¡no! espera…
-…
[x] sí, aquí están.
[x] no los encuentro, ¿seguro que no los has cogidos tú?
-Llegamos tarde
[x] ¡Pues come y calla!
[x]
-Voy a llamar a un taxi, ¡Camarero!
9:15
SEIS
Cuando el avión se pone en marcha y empieza a acelerar, mi cuerpo se pega al asiento. Miro alrededor y veo pasajeros sentados; por la ventanilla mi mirada se cruza con la de un chaval que nos observa desde el cochecito de la escalera por la que hemos subido al avión hace unos minutos. Me ve pasar y me imagino cómo contempla el despegue y después el avión subiendo mientras describe un arco, encara su destino y se aleja cargado de capullos rumbo a no-sé-dónde. Y entre los imbéciles que transporta, yo, sentado en el 24V -ventanilla-, mirándolo, todavía anclado a la pista, pero volviendo la vista atrás, con el cuerpo pegado al asiento, retrocediendo.
[…]
ooooooooooooooooooo
A estas alturas del relato el lector cuenta con los elementos básicos de la historia. Se trata de una revisión de “la máquina del tiempo” o de la historia de Neuman. En el planteamiento más popular del viaje en el tiempo se adopta un enfoque físico. El tiempo es una dimensión (como lo es el espacio) que puede surcarse según unas reglas. Las acciones en el pasado tienen repercusiones en el futuro. Pasado y Futuro (o presente) son realidades. No es el caso en este relato. La realidad aquí es subjetiva. Es la que se quiere ver. El viaje en el tiempo es subjetivo. Todos podemos hacerlo. Consiste en la identificación de la realidad con los recuerdos y la manipulación de los recuerdos con el fin de alterar la realidad. El tiempo es subjetivo en esta historia en la medida que el narrador lo surca a voluntad. Más allá, la “realidad” es multidimensional. El tiempo es sólo una cosa más. El autor nos propone el viaje en el tiempo. En nuestro tiempo y en nuestra mente. Un viaje que, sin duda, practicamos ya, por lo que su pedantería queda patente al proponérnoslo. El muy capullo se cree que con todas esas patrañas nos está enseñando algo. ¡Como si no lo supiéramos! Pero no contento con ello insiste en una serie de subnormalidades (no pueden calificarse de otra forma) estilísticas del estilo “vuestra merced tenga a bien mi idiosincrasia” o “huelga óbice a mi objeción”.
Por todo ello considero esta obra mediocre y ordeno su destrucción para mayor gloria de la condición humana, etc.
A día de hoy, YO, Señor Censor.
ooooooooooooooooooo
Señor Censor,
Todos cuantos argumentos emplea vuesa merced son de justicia y por tal los tengo. En efecto, es “capullo” el autor, es “mierda” su obra. Asimismo, la pedantería florece en ella como el hongo en la podredumbre. No obstante, y en sagrado cumplimiento de mi deber, me siento impulsado a señalar a vuesa siempre sublime y noble merced que otras virtudes concurren en la citada obra que aconsejan su difusión. La obra es en sí, el sincero retrato de un imbécil que aspira a más altas estancias. En su seno están cuantos tópicos trufan las mentes más abyectas: la obsesión por el robot y por el poder, los valores burgueses, etc… Sé que no es fácil arrastrarse en el fango para un ángel, pero en honor a la más alta misión que nos inspira, ruego a vuesa siempre gloriosa merced que en releyendo el relato en su conjunto preste atención a cuanto le he indicado. Sin duda nuevos pensamientos florecerán en su espíritu, decantándolo por un pronunciamiento favorable a la publicación.
Su Editor, a su servicio X
PS: Cabe destacar la identificación del imbécil con la máquina (robot) llevada al extremo de envidiar su papel en el mundo.
lunes, 1 de junio de 2009
Interludio Submarino
Verte nadar me horroriza cuando podríamos estar retozando en la cama. Una de tus puntas es la mano que acaricia. Otra, la hermosa coleta. Coleta que ahora deshago y ya mi mano acaricia tu nuca estelar. El resto de patitas, todas, también apéndices, también sensuales, que me atraen hacia tu centro. Cómeme estrellita. ¿No comprendes que si la X marca el lugar, con más derecho tú, que tienes más patas que ella, lo marcas doblemente? ¿Acaso necesitas que te lo explique? Pues te lo voy a explicar. Punta por punta, pata por pata, coleta a coleta, hasta que te quede claro. Y si después de todo tienes dudas, volveré a empezar desde el principio.
viernes, 29 de mayo de 2009
PSICODRAMA EN PRIMERA PERSONA (Parte II)
CUATRO
Soy ingeniero industrial, especialista en control programado. Trabajo para Tecnoibéricos SA en el diseño de un sistema de corte asistido por ordenador, CAC. La idea es substituir al, operario de una sierra por un técnico. El perfil del empleado cambia. Sus nuevas herramientas son un terminal y el software que desarrolla mi departamento. La interfaz gráfica le presenta una imagen virtual del cerdo a despiezar. Ratón en mano, el técnico define los cortes que un robot (que también fabrica mi empresa) hará en la práctica. Yo trabajo en el interfaz. También ayudo a programar el robot cuando hay picos de trabajo en esa área. Y he participado en el diseño y desarrollo del sistema central. Todavía le dedico algo de tiempo de tanto en tanto. Pero lo mío es el interfaz de operario. El técnico puede obtener distintas vistas del cerdo. Para ello tiene dos opciones: utilizar las predefinidas o rotarlo a voluntad. Los cortes son igualmente versátiles. Los hay predefinidos (jamón, lomo...), de forma que el propio programa busca la pieza y define el corte, o bien el técnico puede editar una curva sobre el cerdo. Al final es el robot el que lo corta por donde se le indica. El programa monitoriza el corte y genera informes. Algo así como, 15 CHULETAS de LOMO, 2 PALETILLAS enteras, 1 JAMÓN, etc. Pinchando en CHULETAS obtenemos una vista del producto preparado por el robot, lo que permite hacer el control de calidad y detectar errores.
Creo que este sistema hará la vida más fácil para los operarios.
La vida es una mierda en general pero con este trabajo le doy cierto sentido a la mía y espero que también a la de los imbéciles que manejarán el programa (en vez de la sierra y los cerdos). De niño era más feliz. No lo pasaba mal. Pero hace años que me di cuenta de lo imbéciles que somos todos. Imbéciles e insoportables. Todos. menos un tío que me encontré una vez y que era muy simpático. No dudo que fuera un imbécil pero resultaba de lo más soportable: casi agradable.
Las 12:42. La mañana avanza pero el problema sigue ahí. Los cortes de las chuletas están astillados. El caso es que, aunque el técnico los define correctamente, el robot se desvía a veces y no sé por qué. y esto hay que solucionarlo entre hoy y mañana. Como sea. O eso o me queda para la vuelta del viaje, No es buen momento para un viaje. Con el sistema recién arrancado seguro que los problemas se acumulan. A la vuelta tendré 256 e-mails pidiendo soluciones para 512 problemas y además, las CHULETAS astilladas.
miércoles, 27 de mayo de 2009
PSICODRAMA EN PRIMERA PERSONA (Parte I)
oooooooooooooooo
Señor Editor,
He aquí el texto:
UNO
Subimos al taxi. La parte de atrás consta de sillón, donde nos sentamos, y cinturones de seguridad que ahora estamos abrochando. Por las ventanillas se ve el exterior. Veo un autobús pasar; va lleno. Veo gente cargada con bolsas de un centro comercial próximo. Veo un árbol grande al lado de la puerta del hotel en el que hemos pasado la noche. Son las 9:30. "Al AEROPUERTO". El taxi se pone en marcha.
DOS
En nuestra noche de bodas me he hecho una paja.
-Cariño, ¿tienes listas tus cosas? ¿Te has hecho la maleta?
La habitación que nos han dado es grande y luminosa. Excelentes acabados, con las mejores calidades. Todo exterior. Entre las cama y el vater, una alfombra roja.
-Cariño, ¿Sales ya? Vamos a perder el avión.
Miro la hora, son las 8:17. Llevo puesto un traje de rayas claro, zapatos marrones, camisa de algodón y corbata. Si corro las cortinas el sol bañará la cama deshecha. Miro por la ventana. En el exterior veo pasar un autobús que va lleno. Veo gente cargada con bolsas de basura dirigirse a un contenedor próximo. Veo la copa de un árbol grande que me oculta la puerta del hotel que elegimos hace dos semanas. Son las 8:35.
-Cariño, ¡El avión!
TRES
Antes de cerrar los ojos veo la hora: 2:03. He dejado mi reloj de pulsera donde pueda alcanzarlo, sobre la mesilla de noche. Los tiradores son de cuero, el resto roble. Roble en la mesilla, en la cama. El sinfonier, el marco del espejo que refleja la puerta de entrada, también de roble. El botones -tan de roble como el resto del mobiliario- dejó las maletas junto a la entrada de la habitación 507. La cerradura es normal. No es de esas de tarjeta, se abre con la llave que me han dado después de firmar en el registro.
Está pagado todo. Lo estaba ya cuando entramos en el hall del hotel. Un bonito hall. Suelos de mármol viejo, mobiliario sobrio, clásico. Y columnas. Dentro, columnas de escayola y también en la fachada, enormes columnas de hormigón que imita piedra hasta el techo del segundo piso. Hay que cruzar la calle para verlas enteras. Cuando llegamos no pude verlas bien, aunque las recordaba de otra vez. Pero desde un coche nunca se ve nada bien. Aunque no conduzcas. Además cuando llegamos al hotel íbamos los dos borrachos. El vino y algún licor habían teñido mi camisa. La chaqueta me olía a humo y a ceniza de tabaco. Eran las 12:48 pero estaba seguro de que el conserje sería indulgente con unos recién casados. Aún así no me hacía gracia llegar tarde.
12:50. Teniendo en cuenta que habíamos tardado 3 horas en despedirnos no había razón para llegar tarde. Si hubiéramos tardado 2 horas en decirle adiós a la familia y los amigos ahora no serían todavía las 12:00 y no llegaríamos tarde. Yo sólo tardé media hora. El resto fue repetición. A las 10:15 le daba la mano a mi suegro y recogía la chaqueta en guardarropía. A las 11:03 habíamos logrado abrirnos paso hasta la puerta entre un enjambre de amigos y familiares. Mi suegra acechaba apoyada en su marido. Y aún tardamos otra hora hasta el coche. Y todo aquello después de pasar el día entero con ellos. La sala de fiestas, el banquete, la ceremonia, los previos, la angustia del días anterior, los nervios, los preparativos durante 6 meses de tedio, aburrimiento y estrés, con ellos.
Esta vida no tenía ningún sentido. Todo el mundo es imbécil. De eso no me quedaban dudas. Hacía más de un año que me había dado cuenta. Yo soy una mierda y los demás también y sustentamos nuestra existencia en el aburrimiento y el hastío, echando la vista atrás en todo momento. Haciendo planes para recordarlos. Los amigos... Los viejos amigos. La familia siempre estará ahí, siempre estuvo. Todos imbéciles. La humanidad es homogénea en su estupidez, no entiendo a los racistas. Todos merecemos por igual el odio y el desprecio de esos gilipollas, pero son tan miserables que nos niegan aquello que por derecho es nuestro y lo reservan para los moros, los negros, los gitanos, los maricones, los blancos, los chinos, los yonquis, los gordos, los padres, los militares, las mujeres, las lentejas, el arte moderno...
viernes, 22 de mayo de 2009
Mal Gusto
[…]
Once años después, me sigo preguntando lo que habría pasado si me hubiese parado, si hubiese dado media vuelta antes de llegar a la puerta. ¿Y si en vez de rodear los hombros de Alma con el brazo y andar resueltamente hacia la casa, me hubiese detenido un momento para mirar a la otra mitad del cielo y descubrir que una enorme luna redonda lo bañaba todo con su luz? ¿Seguiría siendo cierto decir que aquella noche no había luna? Si no me hubiera molestado en dar media vuelta para mirar detrás de mí, sin duda, seguiría siendo cierto. Si no vi la luna, es que no había luna en el cielo."
La idea surgió como un reto: a que no eres capaz de escribir algo realmente desagradable, de mal gusto y mostrarlo al mundo. Pichichi lanzó el reto y Anthony lo recogió y escribió esta historia, que ya se ha contado otras veces, pero con otros nombres y en otros formatos. Este es el texto íntegro si exceptuamos un párrafo final en el que la señora Dolores (la bruja del tercero) se ve envuelta en una sórdida escena de parchís, mentiras y drogas con un pato. Para proteger las identidades se han cambiado algunos normes: Erik en realidad es Anthony (la historia es pues autobiográfica), Dolores es Dolores (este nombre no se ha cambiado por motivos que escapan al propósito de este relato) y en realidad el resto de personajes no tienen nombre, así que podríais ser vosotros. Cualquiera de ellos, cualquiera de vosotros.
Ya está otra vez. Follando. Pero Erik no tiene por qué oír esos jadeos en el cuarto de en frente. Esos gemidos, esos chirridos aserruchados que no le dejan dormir. Erik no tiene por qué ver a su vecina en tetas cruzar por delante de su ventana, no tiene por qué ver a un hombre desnudo contoneándose a escasos cuatro metros de patio de luces.
Tumbado en la cama, Erik sabe que eso es así, que no hay justificación para lo injustificable: que esos dos degenerados no le dejan dormir. Que si ahora entrara con una hacha, pero tendría que ser una grande, muy grande, que si entrara a hurtadillas en casa de su vecina, (a hurtadillas) en su cuarto y descargara un hachazo en la espalda de su amante que lo atravesara de lado a lado hasta troncharle a ella el pecho, estaría bien. ¿No queréis follar? ¿No queréis estar juntos, estar cerca? Los dos juntitos: él tendido arriba, chorreando la sangre de sus pulmones en la herida de ella, abajo, todavía unidos, ensartados por el hacha, escupiéndose mutuamente la sangre que se les escapa por la boca. ¿Os gusta así? Estaría bien. Y después sacar el hacha de golpe, oír los estertores, ver como sacuden sus miembros mientras gastan el último aliento pringoso de sangre y bilis en apartarse el uno del otro, asqueados de sus cuerpos reventados. Porque no hay derecho.
Ni respeto. Y Erik necesita descansar y ya van a dar más de las doce, con todas sus letras (¡m-á-s-d-e-l-a-s-d-o-c-e!), y él no tiene por qué escuchar los “así fóllame” ni los “más fuerte”, ni “sí”, ni “me corro” ni hostias. Entrar en su cuarto con un martillo y reventarles la cabeza. O con un cuchillo y clavárselo en las entrañas hasta notar el hueso-rasposo-contra-el-filo, igual que cuando arreglas pollo. Ese chirrido, un ris ras ras que no se oye sino que se siente como un cosquilleo en la mano. Y ya lo llamarán loco, pero al menos él no es un hijoputa irrespetuoso. Él no se pasea en pelotas por su ventana, ni se pone a joder con ruidos a las tantas.
Y ahora las risitas. ¡Qué bien! O sea que Erik existe para vecino, que el ordenador me va raro y como tú sabes de eso, que si le puedes echar un vistazo… Pero Erik no existe para descansar. Erik no necesita dormir por la noche. Y si que no me va el correo, va el imbécil de Erik y, ala, después de currar todo el día (porque él SÍ curra), después, ala, va él a ver qué cojones le pasa al correíto de la vecina. Y te pones a revisar el sistema y vas y te encuentras sus bragas tiradas en el suelo y sus e-mails obscenamente abiertos y en la papelera los sobres de condones y... Y ella, ¿Qué se va a inmutar? ¡Anda ya! Si se pasea en bolas por la ventana, si cada vez que folla se entera todo el barrio.
El hacha habría que comprarla en otro pueblo, eso sí, para no dejar rastro. Y también guantes de latex; y la ropa luego tirarla. Coger una mochila con una muda, ponerse los guantes, entrar a saco (pero con sigilo), dos hachazos bien dados y después, al campo, a quemar la mierda que haya, a cambiarse y a casa a dormir tranquilo. O tal vez esa noche, por ser tan especial, a brindar con cava de la tierra y tomarse el día siguiente libre. Y a la noche siguiente, eso sí, a descansar… siempre que la bruja del tercero no esté con el teletienda a todo volumen, que esa también tiene un hachazo.
Y después de esto tal vez os preguntéis qué tiene que ver la cita del principio con la mierda de en medio. Yo no lo sé. Preguntadle a Erik si hay huevos.
lunes, 18 de mayo de 2009
Algarabía Irracional - Algarabía Internacional
Anónimo.
Un bar es un personaje tan digno como el que más en un relato. Charly y Saske salen del bar hablando todavía a gritos y se sientan en la acera de enfrente. Charly se sienta en una mierda.
-Te acabas de sentar en una mierda
-¡Joder, no! ¡Qué asco!
Charly es un cuerpo rígido, con la columna tiesa y las manos crispadas, como si hubiera apoyado en la mierda las manos en vez del culo. Saske se descojona.
-No me pienso levantar.
-¿Nunca?
-Nunca. Si me levanto todos van a ver la mierda y será horrible. Pero si me quedo sentado será como si nunca hubiera pasado.
-Será como si no te hubieras sentado en la mierda…
-Será como si todos os hubierais sentado en la mierda menos yo.
-Extraña forma de verlo.
-Se llama pensamiento lateral. Será como si todos fuéramos la mierda y nadie se nos hubiera sentado encima ¿Tienes la libreta? Si voy a quedarme aquí hasta el fin de los días necesitaré algo para entretenerme.
Saske busca en la mochila y saca una libreta de Valtrex 1g, el hallazgo de la noche: una recopilación de textos encontrada en la basura, en el cajón de una mesita de noche infestada de carcoma. En la primera página hay un dibujo intrincado de motivos que se repiten. Debajo del dibujo empieza el texto:
Podríamos usar palabras raras: alcorque, epitafio, ofensa. No describen este momento. Un rato que se prolonga en forma de personas y actitudes, de cosas que pasan, que van pasando. Una caída, una succión, un baile, una obsesión. El relato sencillo de una lucha primigenia, desprovisto de artificios. Sacar olivas de un tercio de cerveza, mano a mano entre dos mujeres. El relato desde aquí, desde allí, como lo hacéis vosotros ahora. Como lo intentáis…
-Desde luego es letra de borracho.
-Tal parece, sir Charles. Pero continuad leyendo, por favor.
Un idioma que tiene demasiadas “E”s, demasiadas “H”s para contar esto que pasa ahora. En este relato tendrían que salir varios personajes: un bar, un imperio, varios metros de gente. [Cada un con lo suyo: el bar con sus ligres, el imperio con su epitafio, la reggatta de personas.] otra piedra en la mejilla. Un croissant de chocolate puesto en el altar junto a un vaso de tinto. Porque he sido yo quien ha pronunciado la frase, el sujeto “un croissant de chocolate”. Una idea, tal vez un principio, (como un muslito.)
-¡Lo dices por la letra!
-No, lo digo por lo que dice, por la forma de escribir y sobre todo por la letra que definitivamente es de tío.
-Aquí hay un poema a dos voces, o a dos letras, por lo menos.
-Espera, espera, quiero que leas otra cosa que he visto antes. Te va a gustar.
La percepción es una interpretación de la realidad.
A través de un modelo (la percepción) construimos nuestra realidad: el mundo en que vivimos.
La finalidad o la utilidad son formas de entendimiento. Son percepción y en esa medida conforman nuestro universo.
Cuando uno analiza un problema está construyendo su realidad.
El mundo se construye mediante la experiencia de la vida, mediante la percepción, mediante la interacción con el mundo en una realimentación continua.
¿Es esta realimentación lo que da continuidad a la realidad (o a la existencia?
El ser nace (o es) del diálogo entre la percepción y la realidad; la membrana que separa una célula del universo.
Cuando uno analiza un problema está construyendo un problema.
En última instancia cualquier acción supone un cambio en el todo de naturaleza imprevisible.
El tiempo es instantáneo: sólo existe en el diálogo entre “percepción-realidad-percepción” (que es instantáneo). Por lo tanto el concepto de previsible o imprevisible resulta absurdo. El todo es instantáneo. El tiempo NO transcurre.
El diálogo entre realidad percepción es instantáneo pues la realidad modifica a la percepción y a su vez la percepción altera la realidad de forma que no existe continuidad en ninguna de las dos: la realidad desaparece en el instante de percibirla.
El conocimiento altera el conocimiento.
C -Nosotros no somos músicos, No hacemos…
F -¡No músicos, no!
C -…música. O sea, que esto, los instrumentos… No os dejéis engañar. Que músicos no somos.
F -Hombre…
C -[…]
F -Lo que se dice…
C -…Bueno tocamos. Pero lo que somos es unos vándalos.
F -¡Ah!
C -Un vándalos, músicos no.
F -No mira, no. Músicos no…
C -Y ahora vamos a tocar un tema que se llama “Choped”.
-¿Verdad? Y ahora si quieres el poema:
martes, 5 de mayo de 2009
Romance Anónimo
“Dicen, le digo, que hay que talar un árbol, matar a un niño y quemar un libro.” “Dicen, me dice (con la boca llena de abejas), que hay que cruzar un puente, comerse una cabra y ordenar una maleza.”
“Dicen, le susurro, que siete novias para siete hermanos; pero no dicen ni cómo ni cuándo.”
“Dicen, me susurra, que la invasión de los ultracuerpos.”
“Dicen, pienso, que Patria, Tierra, Bandera…”
“Pomelos, Tortugas, piensa ella, Ingleses…”
“Lentejas, Sobacos, Escobas… soñamos… Pronombres, Imperios, Legumbres…”
El día descalabra un amoroso coscorrón sobre el pescuezo de la noche.
Encaramado a un árbol, un cerdo canta a la mañana. Los montes se alisan las faldas, los ríos retoman su fluir, los solsticios suceden a los equinoccios.
En otra mañana, a pocos kilómetros de allí, se encuentra aquí. Aquí es la ciudad de Mesopotamia, que nunca duerme de día, ni siquiera de noche y que se vanagloria de ser la patria y tierra natal de las fallas y los mesopótamos intangibles, invisibles, ingrávidos, seres volumétricos. Se los aprecia en la bandera de Mesopotamia y están presentes aunque ocultos en todas las banderas del mundo cuando ondean al viento. Pero Aquí no nos importa. Nos cagamos en Aquí.
viernes, 17 de abril de 2009
Laberinto Incomplet.o (SE VENDE)
El minotauro sabe, como Teseo, como que hay laberintos con una sola puerta que es una salida a un prado de acelgas. El sol cuenta los días en el prado, cuenta las horas; las moscas cuentan los minutos.
- Escucha Teseo -dice el minotauro- cómo en el prado cuentan las moscas los minutos, como que los campesinos armados con horcas ansían ensartarme si voy y salgo para así matar al Laberinto y con las piedras de sus muros construir una esfinge y un enigma.
- Mira Minotauro, en mi mano traigo este bastón. Apoyado en él he recorrido las noches de tu morada cuando la luz declinaba. Por las mañanas caminé a cuatro patas. Pero hace ya tanto tiempo de esto que no recuerdo qué hice al mediodía. Afuera sólo oigo la mano que moja sus dedos en la saliva de Elena y ris-ras aserrucha su túnica. Oigo los ojos que risras aserruchan sus piernas y las manos que buscan todavía la saliva de Elena caliente en su boca y la traen a otra boca y ris ras. Pero otro propósito es el que me trajo aquí. Armado con este bastón vine para matarte y perderme en el Laberinto para encontrar la salida. De mi triple propósito sólo he podido cumplir la parte más fácil y ahora que veo la oportunidad de dar un paso más en el camino que me impuse no sé si me alcanzarán las fuerzas y el vino para llegar afuera y dar por concluidos mis trabajos.
- Hablas con muchas palabras, hermoso Teseo, pues así me place llamarte. Cuando me mates, con ese mismo bastón cortarás mi cabeza de toro y la mostrarás a los campesinos para que sepan que has triunfado en tu triple empeño. Mi cuerpo de hombre oirá el lamento del ris-ras en los ecos del laberinto cuyas piedras darán forma a la Esfinge. Como ves, al final todos los caminos llevan a Roma.
Como que esto no es un relato o como cualquier otra cosa que unas hormigas irracionales puedan trazar en torno a una X rosa. Como que un punto y el infinito son dos conceptos casi iguales y algunas membranas membranas branas. Y Membranas adentro, membranas afuera, ris-ras aserruchando con serrucho infinito de vorágines y dedos dedos dedos. Eventos
Eventos con coletas extrañas. Branas unos momentos como que son de otra dimensión, como un vaso de vino en el césped claro de sol luna viento. Apenas dos segundos, dos minutos, dos coletas como que son algo que ris ras de piedra pom. O como que la luna pinos verano. A ver, a ver, como que mariposas que antes orugas que aún antes pino luna y tal vez luego boca seda saliva. Trepar. O tal vez, sí, como que el propósito de cena pero vino cerveza tabaco. Y como que Luis. O como que Rosa-merienda-cena.
O como... pero no "como" sino "porque", porque si agitas un bote de cerveza y después giras tu dedo en la base en sentido contrario a las agujas del reloj al abrirla no salpica. Porque el tiempo va al revés. Porque el trabajo.
O porque... pero no "porque" o sí "porque", porque una mirada cruzada en una sala atestada de y como que "y qué será esto" y "mira ahí está como que ¿qué?" Como. Que qué.
O ser un refugio y ser un algo del que brotan canciones y virus divertidos. Como que hoy es algo y pasa algo. Como que algo. Y ser cómplices y ser ser ser. Como que pom pom pom. Coletas patillas flequillo nenazas. Como que ris ras pom.
martes, 24 de marzo de 2009
ORTAUC
Kuatro, Quatro, Cuatro, 4.
- 4+4=4
- 4-4=4
- 4x4=4
- 4/4=4
¿Para qué más? El Padre, el Hijo, el Espíritu Santo y Cuatro. Los cuatro jinetes del apocalipsis, cuatro patas tiene el gato, ganar cuatro duros y si total son cuatro días. Cuanto más fácil sería todo, y qué cómodo. Pero ¡ay! cinco lobitos. Y se nos tuerce la teoría, la cosa. Las hormigas se salen de la fila, pero no, haún no.
Digamos que cuatro, aunque sea sólo otro poco. Una habitación de 4 metros cuadrados. Y claro, hay habitaciones más grandes que otras, pero se debe a que no todos los metros son iguales. Y el Rey, un rey, tiene habitaciones de metros muy grandes y yates de metros muy largos, pero no todos los reyes son iguales, y el caso es que las hormigas... O sea, la escritura, o como Oliveira, la hescritura. Intentamos poner por escrito algo, (una) idea-semilla (o cuatro), que nacen en algún lugar del cerebro y las hormigas forman filas y las llevan a otro lugar de otro cerebro -o de mi otro cerebro- donde se leen las ideas. [Y entonces pisamos la fila (porque no somos Dios) y chafamos el verbo y la frase un poco destartalada; y si también el adjetivo la frase sólo un poco. Y entretanto, tendidos en el suelo, Queda y Destartalada retuercen las patitas.]
Me pregunto si hay tiza negra, pero creo que no, que para eso está el carbón, para pintar rayuelas negras de hormigas. Rayuelas con el 4 repetido en todas sus casillas. Y una piedra. Y lanzamos al 4 y atinamos y si en uno de los saltos pisamos la raya -claro, como no somos Dios- y la frase otra vez rota y el verbito todo antenas locas de agonía y así cuesta ser vivir expresarse -si a cada paso handamos chafando hormigas- cuesta contar que me he sentido tan Oliveira a ratos, Oliveira hablando con Oliveira hablando a Pichichi hablando con Pichichi tomando vino-café-coñac en un bar de París que es una metáfora de Valencia que es una metonimia. Que por el cauce viejo corría un río, que ahora hay un parque y que por el parque corría un chaval la otra noche. Por el parque del cauce del río de Valencia de París de Pichichi de Oliveíra de la sinécdoque. Pero las hormigas no aciertan a formar las frases que cuentan las semillas, y encima hay una que se empeña en recorrer la fila al revés susurrando"ortuac". A falta de ideas propias...
jueves, 12 de marzo de 2009
Memorándum?
-Algo habrá hecho.
-O algo llevaba…
Hemos seguido hablando así de profundos mientras cruzábamos el puente de las flores, pero al poco mi compañero improvisado se ha parado para buscar en una papelera. Tal vez encuentre el alma de Pípol.
He paseado de camino a casa con el dinero en el bolsillo, valorando las posibilidades de la vida y de la muerte. Me he encontrado con Luís tumbado en la cama. Me he sentado a su lado.
- Luís, levántate y anda.
- ¿Y para qué? Sabes, estoy muerto. Me han acuchillado, salté por la ventana, me chafó el tren.
He argumentado con porqués los motivos para levantarse y él los ha rebatido con y para qués. Y al final me he dado cuenta de que el que estaba tumbado era yo y que Luís ahora estaba sentado.
- Anda Pichichi, levantate!
Pero Luís ya era Carlos. Y Carlos seguramente ahora sea Fernanda y Ana será el chaval que huía de la policía o un koala desalmado y así no hay quien se aclare y yo ya no sé cómo seguir porque a estas alturas de la historia nadie parece ser quien yo creía, mucho menos yo mismo.
He escuchado música de camino al trabajo esta mañana y he bailado con el Iron Lion Zion y he cantado con I got my mind set on you o el Rocka Rolla. Y he deseado no tener que meterme en esa oficina oscura, trabajar de jardinero en la calle y quedarme al sol este de primavera que ya casi calienta. Me he acordado de gente hoy. Todos ausentes. Todos out. Tutti Pavarotti. Qué le vamos a hacer. Tampoco tenía nada que decirles. Simplemente me he acordado de ellos.
He hecho las gestiones oportunas para que un perito visite el taller donde dejaré el coche con la cerradura de la puerta del copiloto forzada. He decidido que esto se titularía “Memorándum?” y lo he tecleado en un PC, y he vivido un día entero lo que significa que he envejecido un día y acaso que he madurado unos minutos. Absurda carrera. Las 00:23, me voy a dormir.
always look on the bright side of life
viernes, 13 de febrero de 2009
Historias de Luis
Luis con el cuchillo en la mano mira a Pedro con el cuchillo en la mano... el cuchillo en la otra mano... con el cuchillo en el estómago de Luis.
Luis mira el cuchillo frío en su mano, el cuchillo caliente en su estómago; Luis mira a Pedro con las manos vacías de cuchillo, con los ojos llenos de qué; mira a María con la boca llena de qué; mira al tío Juan.
- Y ahora, muchachos, se dan la mano.
"Hay gente que nunca entiende", muere Luis.
A veces las cosas más sencillas también necesitan un manual de instrucciones, no sea que esta historia transcurra en EE.UU. y le caiga una demanda al fabricante por no indicar que el zapato izquierdo va en el pie izquierdo y el derecho etcétera.
Este relato se lee empezando por "A veces", en la primera línea, y prosiguiendo ordenadamente con el resto de las palabras, de izquierda a derecha, de arriba a abajo, tratando de formar las frases.
Se ha despertado de un sueño insulso con un pensamiento anodino y demasiado temprano. Desahuciado de la cama, Luis busca los manuales de instrucciones de: los zapatos, los calcetines, los calzoncillos, la camiseta, la camisa blanca que le regaló su madre la primavera pasada por su trigesimocuarto aniversario y el traje oscuro; también de la corbata cara y del peine. No hace ruido porque es demasiado temprano para hacer nada. Incluso la calle grande está en silencio 7 pisos más abajo. Ya vestido y arreglado, busca las instrucciones de la ventana; la abre y salta.
Sobre la mesita la policía encontrará su testamento con las últimas voluntades del difunto. Otro manual de instrucciones.
Hace un día precioso. Luis pasea por la playa reconciliado con la vida y con el mundo después de un invierno demasiado algo. Si te fijas huele a sal; si te quitas los zapatos la arena está tibia. Hay una gaviota y una nena juega en la orilla. Entonces pasa un tren y lo chafa a Luis.
- Pero si estaba en la playa.
- Ya pero lo chafa.
- Pero es que...
- A toda velocidad y lo chafa. Lo descuartiza a Luis.
martes, 10 de febrero de 2009
Historias de sueños y huevos (II)
Voy a hacer un intento más de contar este sueño. Antes de que el relato mate al recuerdo, antes de que el recuerdo pervierta la violenta impresión de la mirada de una niña pequeña que comprende, antes de que la impresión termine por devorar el resto del sueño.
El sueño es una piscina de bordes ondulados, de contorno impreciso... Pero lo estoy haciendo mal, en este relato del sueño la narradora eres tú, y a ti te corresponde empezar el relato.
"La piscina es un sueño de bordes ondulados. Sobre una plataforma en medio del agua, tomando el sol, estás tú. Junto a mí. Y me propones:
-¿Jugamos a salpicarnos?
Y la frase no te suena absurda mientras la dices. Y mientras me miras, esperando una respuesta, ves que la piscina es grande, que su borde (ondulado) se extiende a mis espaldas, que el agua parece azul y que la luz difumina un horizonte de árboles más allá de esta balsa.
- Vale, pero no muy fuerte-, te respondo, y tampoco percibes lo irreal de mis palabras.
El agua te cubre hasta la cintura cuando te bajas. Te sigo. Ahora tenemos justo la edad actual. Me miras de reojo mientras caminamos alejándonos de la plataforma. El agua me cubre hasta la cintura. Se está bien. Juntas los dedos de tu mano haciendo una palita y golpeas el agua para lanzar un chorro todo lo lejos que puedes. Lo ves caer; te giras y me miras. Te miro. Miro dónde cayó el chorro. Avanzo hacia la orilla. Avanzamos. Hay pinos. Vuelves a hacer la pala y lanzas otro chorro: esta vez sí que ha ido lejos.
- ¡Esta vez sí que ha ido lejos!-, te digo.
Te gusta. Sé que te gusta. Yo no podría hacerlo así aunque lo intentara. Soy torpe. Pero no lo voy a intentar: en este juego de uno tú eres el campeón. El resto del sueño te corresponde narrarlo a ti."
Y yo sigo... Entonces llegan las niñas y nos saludan desde fuera del agua -nunca llegarán a bañarse en este sueño- y son pequeñas como cuando nosotros éramos jóvenes y nos bañábamos en su piscina. Comprendo, sé que las niñas cada noche se vuelven bebés, que con el día van creciendo hasta su edad actual. Son las 3 de la tarde. Les pregunto si saben, si comprenden lo que les pasa. La mayor, en ese momento casi adolescente, me explica que sí.
- Cada día volvemos a nacer y crecemos hasta la noche.
La pequeña me mira: sabe lo que le pasa pero lo comprende como una niña de 8 años. Y yo no alcanzo a comprender su mirada, pero ya empiezo a despertarme.
"Ya empiezas a despertarte y la piscina de bordes ondulados y yo y las niñas nos desvanecemos..."
Y lo que queda es una impresión y la mirada de una niña pequeña que comprende algo sobre lo que significa repetir una vida infantil, una y otra vez, condensada en un día de verano. Lo que queda es un huevo frito que llora una lágrima de yema sobre el agua clorada, pero no sabe por qué.
martes, 27 de enero de 2009
Historias de sueños y huevos
Recuerdo dos sueños que tuve hace mucho tiempo tiempo, en los albores de la humanidad -o por lo menos de mi humanidad-. Por aquella época los diplodocus paseaban en manadas por calles todavía en proyecto y, cuando salías a dar una vuelta, el riesgo no era pisar una mierda sino que ella te aplastara, literalmente. Yo acababa de romper con mi primera novia y me dedicaba en cuerpo y alma a dormir. Me desperté con el recuerdo de una pesadilla de broncas y malos rollos con ella. No estoy seguro de la trama de ese primer sueño, sólo del mal sabor que me dejó. Enfadado conmigo mismo decidí que esa no era forma de empezar el día y volví a dormirme. Entonces soñé con una entrañable canción de borrachos de Tom Waits cantada a coro con los amigos al amanecer. No sé si la canción existe más allá de ese sueño, pero me levanté de la cama con una sonrisa. Si en ese momento me hubiera mirado al espejo habría visto que tenía los ojos de huevo frito azul. Huevos de yema azul; ¡no, no! ojos sin pupilas: sólo con clara azul, con clara de yema.
Una amiga me contó que la otra noche volvía a casa -o tal vez escapaba de alguien- a grandes saltos por la ciudad. Saltos de 15 metros, saltos de 3 pisos. De un salto se subía a un balcón anónimo. Tal vez sea más exacto describirlo como un balcón ajeno. En su sueño, pensaba que allí estaría protegida, que podría descansar. Pero había un perro en el balcón y, claro, le entraba miedo por si empezaba a ladrar y la delataba. Ella le clavaba la mano en la barriga y le arrancaba las tripas y lo mataba. No recuerdo si me describió la mirada del animal. Me imagino sus ojos perrunos como dos huevos morenos: rompo la cáscara y compruebo que están cocidos. El perro tiene ojos de huevo duro sin brillo en mi fantasía del recuerdo de su sueño.
"Yo también he matado", le conté a la asesina brincadora.
En un sueño que tuve hace varios años me enfrentaba a mi padre en el césped del jardín. Era un duelo como medieval, con enormes espadas. Casi no podía con la mía. Mi padre se dedicaba a chulearme con prepotencia, o tal vez yo me sentía muy inferior, muy incapaz de enfrentarme a él. Entonces se convertía en un jabalí pequeñito pequeñito que me arremetía y yo lo esquivaba, pero ya sin miedo, y, cuando quería darme cuenta, resulta que era yo quien lo perseguía y quien lo mataba. No recuerdo sus ojos.
En otro sueño reciente, después de no sé qué afrenta de mi padre, decidía vengarme tirando a la basura todos sus calcetines. Cuando salía de casa con el montón de ropa me cruzaba con él y yo, para demostrar mi cabreo y mi determinación, rompía el último par que había cogido en sus narices. Él me miraba con pena y yo le decía "te jode quedarte sin calcetines, ¿eh?" y el respondía "¿de verdad te crees que lloro por eso?". Sus ojos eran como huevos pasados por agua medio crudos y chorreaban clara de moco y yema anaranjada.
En ambos sueños me desperté con un nudo en el estómago, odiándome a mí mismo por estúpido y por cabrón o por egoísta... no sé, simplemente odiándome.
Tal vez algunas de las obsesiones de nuestros sueños sean la manifestación de espíritus que habitan en nuestro subconsciente. Algunos tal vez son miedos. Algunos son hijos de puta.
[¿Continuará?]
lunes, 19 de enero de 2009
Modelar el fuego
Un instante impreciso. El clic de una ramita al partirse, una llama verdosa, otra amarilla, pequeña. ¿Pequeña? Los contornos escapan a la vista, a la mente.
¿Cómo arde una cerilla? Después de frotar la punta, un destello, un chisporroteo: el palo se prende y una llamita -¿una?- lo consume hasta los dedos. Luego otra cerilla. El olor acre se cuela por la nariz, directo al cerebro: los pensamientos se vuelven humo. Aire. ¿Es éste el mismo fuego que arde en la chimenea?
Un mechero tiene una llama más regular. Los modelos necesitan reglas, pero esta llama tampoco las explica. Son demasiado complejas o demasiado banales y la mentira no resulta creíble ni práctica. No para mí que quiero modelar el fuego.
Se me ocurre que tal vez el fuego se construye, que basta con entender la madera que arde para saber cómo será el fuego o uno de los muchos fuegos posibles. Un fuego. Conocer las vetas, las ramas y los grosores y cómo se seca la madera si se corta bajo el influjo de la luna menguante de enero. Y luego, predecir el fuego a partir de este conocimiento. Parece un camino lógico: bueno para un aparato electrónico o para escribir un texto con imágenes. Es indudablemente demasiado complejo, pero susceptible de muchas simplificaciones que lo hagan práctico.
La gran ventaja de estos modelos es que puedes coger todos tus apuntes o tu ordenador y quemarlos cuando estés harto de ellos. Los cojo y los quemo y miro el fuego ¡Por fin el modelo ha dado su fruto! Las llaman danzan ante mis ojos complacidos, rojos de felicidad por el humo que flota y se esparce llevándose las piezas de otro puzzle incompleto.
Una primera conclusión: modelar siempre en material combustible.
Tentado por la posibilidad de ir en contra de esta primera premisa o al menos de no acatarla ciegamente me decido por la cocina. El fuego de un hornillo (elemento poco combustible, cuando menos) calienta la sartén donde se fríen a partes iguales cebolla, pimientos y tomate. Añadir sal. Añadir el pollo previamente frito. Añadir también los tacos de jamón. Freír cinco minutos más y dejar reposar. ¿Cómo era el fuego con el que se hizo esta comida?
Con una parrillada tal vez resulte más sencillo: “creo que esta chuleta se asó en un fuego de llamitas rojas, amarillas y azules que crepitaron divertidas al caer la grasa y por un momento treparon del carbón a la carne. Aquí se ve dónde ardió el cordero, por la parte más negra…”
viernes, 9 de enero de 2009
Apocalipsis Cadeau
Una niña casi dormida. Una niña asustada; pero ella es valiente. En el pasillo, en la esquina, por la puerta entreabierta de su cuarto, en la penumbra, acecha el hombre del perchero. Soy valiente. Un sombrero en lo alto y una gabardina que cuelga hasta el suelo, sólo es eso. No hay nadie ahí. Lo que en realidad la aterra es la posibilidad de encender la luz y convertir su miedo en realidad. Que el fantasma que habita en su mente y la visita tantas noches se vuelva corpóreo al alumbrarlo con la luz de una bombilla...
Tomad en vuestras manos las guirnaldas de plata y oro para hacer sogas con las que ahorcar a los niños y los gatos. Dejadlos agonizar y, cuando estén a punto de morir, liberadlos sólo para verter sobre ellos chocolate hirviendo.
Ella pudo elegir otra cosa, pero se marchó a casa. La escusa: que si tú de California y yo de Londres y ¿qué hacemos aquí en Cuenca? Vaya usted a saber. Escuchar los ecos del apocalipsis... ¿o tienes un plan mejor? Yo tengo un padrastro que me está matando desde hace días. Intenté cortar el pellejito seco que asoma, que se engancha con todo, que lo abre, poco a poco, como una cremallera de dolor, frustración y obsesión. Me fumé un porro y me tomé un cubata para olvidar y descubrí que unos androides alienígenas llevan décadas adulterando nuestras drogas para subyugarnos. Todos nos drogamos. Los pocos que no se drogan son androides. El resto Soldados Zen.
Así que coged el champán, reventad las botellas y sembrad de vidrio y alcohol las alfombras y los parques y las calles y el césped. Y con los trozos más pequeños amasad mazapanes y regaladlos a los pobres, a los niños, a los viejos y a los gordos. Ved como sangran por la boca y el culo. Usad las obleas como cuchillos y los cuchillos como obleas.
Soñó que se quedaba dormido y que Freddy Krueger lo visitaba en su pesadilla soñada. Es real: lo soñó. Al despertar, su chica le daba la espalda y supo que si la giraba lo que vería sería la cara podrida de Freddy un instante antes de sentir su garra en el estómago. Dentro. Pero es valiente, como la niña. No vamos a encender la luz, no miraremos la cara de quien nos da la espalda. Mandaremos un SMS.
Coged a todos los Papás Noeles trepadores. Violadlos, linchadlos, amordazadlos, quemadlos. Mandad un SMS deseando la muerte de los seres queridos vivos... y también de los muertos. ¡Coged los móviles! Y si os llega una postal, prendedla y usadla para iniciar un incendio en el bosque o en un banco. Poned turrón DIA y refresco de champín en las cestas de navidad. Si tenéis empleados, despedidlos ya. Apedread los belenes cuando miren los beatos. Y bailad y cantad. Aprovechad ahora, porque no todos los días son apocalipsis. Yo, cuando acabe de hacer ruido, voy a sentarme a escuchar como se apaga el eco. Hasta que sólo quede un murmullo, un recuerdo de un murmullo. Hasta que no quede ni eso. Y entonces me iré a dormir recordando el sabor de un beso en tu boca, Cadeau.
jueves, 11 de diciembre de 2008
Dimitri Eddy-on d'O
Lo que puedo decir de él cabe en un párrafo:
Cultivaba un aire de José Luis López Vázquez y cierto folklorismo ecléctico. Bebía con la misma parsimonia con la que hablaba. Su mirada, no es que escondiera cosas, pero no lo contaba todo. Con su música pasaba lo mismo. Me aceptó un cigarro poco antes de despedirnos. Después supe que no fumaba. Más tarde me contaron que yo le gustaba. Y aún más tarde comprendí que él me gustaba a mí. Se fue al día siguiente.
Ahora no sé dónde buscarlo. No sé cómo encontrarlo. No tengo ninguna dirección, no dejó un teléfono. La banda lo conocía poco: no han sabido darme referencias. Sólo tengo su nombre: he probado con Google pero él no sale.
Pichichi me sugirió que probara con una "búsqueda inversa". No comprendí.
- La gente, a veces, nos buscamos en Internet.
- Pero él no sabe mi nombre.
- No importa. Conoce el suyo, y por lo que me dices ninguna página habla de él en la web: crearemos una. Será tu mensaje en la botella.
Así que, ahora, confío mi suerte a que Dimitri se busque a sí mismo para encontrarme a mí.
Llamémosme Luisa. Digamos que me gustaría volver a verte, señor Dimitri."
jueves, 4 de diciembre de 2008
Maneras de vivir
El despertador me despierta con una bofetada acústica: de un manotazo lo callo. Empieza otro día aunque es de noche. Las legañas se resisten a abandonar los ojos. La ropa está fría. El café me lo tomo en un bar, entre putas, policías y máquinas tragaperras. En la tele -a todo volumen- cuentan que un desgraciado neonazi ha molido a hostias a un chaval esta madrugada.
La ciudad resulta irreal a ciertas horas y en según qué circunstancias. Contra su voluntad, arrastro a mi cuerpo hacia la estación de metro. Digamos, por decir algo, que cojo la línea X, en Y. Digamos que me bajaré en Z, como siempre. Soy un hombre pudoroso, no me gusta dar demasiados detalles sobre mi vida real; así que me los invento. Doy los detalles de otro ser imaginario que también camina medio dormido, que al llegar a la estación descubre que su billete está agotado, que pierde el tren mientras hace cola para comprar un bono 10 y que se sube al siguiente convoy, consciente de que hoy también llegará tarde a su curro de mierda. Pero su suerte podría cambiar cuando menos se lo espera.
Cosa rara, hay un sillón libre -¡a estas horas!- así que me siento. Por la rendija que dejan mis párpados veo a un obrero viejo, a una estudiante pulcra y mojigata, a un negro de mirada perdida con cara de frío.
Abro los ojos cuando mi cabeza, vencida por el sueño, golpea la ventana del vagón. Estoy desnudo, excepto el bolso y los zapatos. a nadie parece importarle. El resto de pasajeros está a la suya. No me hacen ni caso y eso, más que consolarme me irrita. ¿Ni siquiera mi desnudez merece su atención? Pero el obrero lee el 20 minutos, la estudiante parece escribir un SMS, un grupo de... ¿oficinistas? Un grupo de lo que sea se cuentan sus chorradas del curro, o para ser más exactos, el tipo gordo y grande engominado bombardea al resto de compañeros con patrañas y marujeos. El negro no está; se habrá bajado. ¿Dónde coño estoy? ¡Seguro que me he pasado de estación!
<Próxima parada: PARADA. Correspondencia con las líneas 1 y 1>
¿Dónde estoy? No me suena esa estación. Me levanto y voy hacia la puerta, hacia el plano. Todas las líneas son amarillas, todas son la 1, todas las estaciones se llaman PARADA.
El ser imaginario, hipotético y patético, que comparte mis circunstancias se sentiría desorientado por la indefinición de esta red de metro. Me sorprendo al descubrir que a mí me reconforta la incertidumbre que introduce este cambio. Si todas las líneas son la 1, si todas las paradas son Parada, si todos los hombres nos llamamos José Luís, tal vez, al bajar del tren, haga sol. Puede que hoy yo sea jardinero, o abogado criminalista, o estudiante de filología lituana.
Ahora soy yo el que ignora al resto de los pasajeros y, cuando el tren se detiene, me bajo de un salto. Recorro la estación con la mirada. Por la megafonía suena "Maneras de vivir" y eso me pone más contento; no sé por qué, ni falta que hace. Entre las cabezas de la gente alcanzo a ver el cartel con el nombre de la estación -PARADA-, los planos de metro entrecruzados de líneas amarillas -las Líneas 1-, los carteles publicitarios con las mismas chorradas que se anuncian en todas las ciudades en navidad. Durante un instante más me quedo quieto, saboreando la excitación por salir a ver lo que hay fuera, dejándola crecer.
Los cogotes anónimos se alejan por la derecha; los sigo y allí la veo esperando. Su mirada me sonríe y me doy cuenta de que mi mirada también sonríe desde hace un rato. Se me ocurren mil formas de llamarla con nombres simpáticos y absurdos mientras me acerco a ella. Nos besamos, separados por un torno ridículo que sabe que tiene poco o nada que hacer.
- Ven. Me pasa una gabardina. Es para ti, afuera hace frío...
- ¿Y sol?
- Y sol.
Paseamos hacia su casa, hacia un desayuno con tostadas y mantequilla y croisants. Y un pitillo en la terraza abrazados por la cintura, calentándonos al sol de invierno.
- Pareces cansado. Vamos al sofá.
Me tumbo con la cabeza en su regazo. Mientras me acaricia el pelo, mi sonrisa se va aflojando, los ojos se me cierran.
- Tengo sueño.
Una tortuga se arrastra por la alfombra. En su caparazón leo "Duerme ahora y sueña, Pichichi."
[La idea del metro en el que todas las líneas son la "1" y todas las estaciones se llaman "Parada" es de Pablo y está inspirada en el diseño que algunas personas de mentes preclaras idearon para la red de metro de Valencia. A todos ellos estoy agradecido por igual.]
martes, 2 de diciembre de 2008
Churros para tres
- Sin duda Jordi. Añadiría, si me lo permites, que manda huevos.
Los churros en cuestión, de la variedad "porras", están tan duros que me he tallado una pluma sin dificultad, y tan grasientos que no necesito mojarla para escribir. El aceite refrito que se escurre por la punta de mi improvisada estilográfica se me antoja idóneo para tomar notas de la conversación que se desarrolla a pocos metros de mí. Jordi es un señor no muy alto, un poco calvo... bastante calvo, de mirada juguetona, por momentos resentida, que no oculta un fondo de dolor, inseguridad y lascivia. Manolo le saca la cabeza -y eso sentados-. Viste como le apetece porque es elegante por naturaleza. Sabe sonreír como un playboy, de eso no cabe duda. Su voz me parece más sensual y viril cuando vuelve a hablar:
- Dicen que las mujeres de aquí son ardientes...
- Eso dicen, Manolo.
- ¡Violentas diría yo! Recorre con sus dedos el moretón que lleva estampado en el pómulo mientras hace una mueca divertida.
- ¿La besaste?
- La besé. Y me pegó. Me rompió el corazón, jeje.
- Jaja. Dicen, Manolo, que aquí los gorriones comen en tu mano. Jordi muestra su mano: le falta un dedo y parte de otro.
- ¿Eso te lo ha hecho un gorrión?
- Me lo hizo el Pitbull que intentó comérselo. ¡Jaja! También él se llevó lo suyo, no te creas.
- Pero dicen que aquí la sanidad es gratuita y los médico muy buenos. ¿No pudieron reimplantarte?
- Me injertaron dos pepinillos en vinagre, pero no cogieron. Bueno, en realidad me los comí.
Jordi coge el periódico. Con su mano tullida no consigue pasar las páginas más que de diez en diez y pronto llega a los deportes.
- Deja que te ayude, compadre. Sus manos se rozan cuando Manolo pasa lentamente una página. cruzan una mirada, comparten una sonrisa.
- El Barça lo va a petar este año.
- A mí lo que me gusta es el jamón.
- A ti lo que te pasa es que eres del Madrid.
Pero el jamón puede más y por unos minutos se dedican a cantar sus excelencias, y las del chorizo y la morcilla, y los callos y la butifarra y el vino. El Vino.
- ¡Un Vino para mi compadre Manolo y otro para mí!
- ¡Por las mujeres!
- ¡Todas putas!
- ¡Por los amigos!
- ¡Por nosotros!
Apuran los vasos, se abrazan y se besan los bigotes apasionadamente mientras tocan las castañuelas. Después salen a la calle bailando una mezcla improvisada de Jota, Chotis y Sardana. En el bar suena "la gasolina". A mi churro estilográfico se le está acabando el aceite, será cosa de pedir otro.