Kuatro, Quatro, Cuatro, 4.
- 4+4=4
- 4-4=4
- 4x4=4
- 4/4=4
¿Para qué más? El Padre, el Hijo, el Espíritu Santo y Cuatro. Los cuatro jinetes del apocalipsis, cuatro patas tiene el gato, ganar cuatro duros y si total son cuatro días. Cuanto más fácil sería todo, y qué cómodo. Pero ¡ay! cinco lobitos. Y se nos tuerce la teoría, la cosa. Las hormigas se salen de la fila, pero no, haún no.
Digamos que cuatro, aunque sea sólo otro poco. Una habitación de 4 metros cuadrados. Y claro, hay habitaciones más grandes que otras, pero se debe a que no todos los metros son iguales. Y el Rey, un rey, tiene habitaciones de metros muy grandes y yates de metros muy largos, pero no todos los reyes son iguales, y el caso es que las hormigas... O sea, la escritura, o como Oliveira, la hescritura. Intentamos poner por escrito algo, (una) idea-semilla (o cuatro), que nacen en algún lugar del cerebro y las hormigas forman filas y las llevan a otro lugar de otro cerebro -o de mi otro cerebro- donde se leen las ideas. [Y entonces pisamos la fila (porque no somos Dios) y chafamos el verbo y la frase un poco destartalada; y si también el adjetivo la frase sólo un poco. Y entretanto, tendidos en el suelo, Queda y Destartalada retuercen las patitas.]
Me pregunto si hay tiza negra, pero creo que no, que para eso está el carbón, para pintar rayuelas negras de hormigas. Rayuelas con el 4 repetido en todas sus casillas. Y una piedra. Y lanzamos al 4 y atinamos y si en uno de los saltos pisamos la raya -claro, como no somos Dios- y la frase otra vez rota y el verbito todo antenas locas de agonía y así cuesta ser vivir expresarse -si a cada paso handamos chafando hormigas- cuesta contar que me he sentido tan Oliveira a ratos, Oliveira hablando con Oliveira hablando a Pichichi hablando con Pichichi tomando vino-café-coñac en un bar de París que es una metáfora de Valencia que es una metonimia. Que por el cauce viejo corría un río, que ahora hay un parque y que por el parque corría un chaval la otra noche. Por el parque del cauce del río de Valencia de París de Pichichi de Oliveíra de la sinécdoque. Pero las hormigas no aciertan a formar las frases que cuentan las semillas, y encima hay una que se empeña en recorrer la fila al revés susurrando"ortuac". A falta de ideas propias...