viernes, 29 de mayo de 2009

PSICODRAMA EN PRIMERA PERSONA (Parte II)

(Esta es la segunda parte del PSICODRAMA EN PRIMERA PERSONA. Puedes leer la primera aquí.)

CUATRO

Soy ingeniero industrial, especialista en control programado. Trabajo para Tecnoibéricos SA en el diseño de un sistema de corte asistido por ordenador, CAC. La idea es substituir al, operario de una sierra por un técnico. El perfil del empleado cambia. Sus nuevas herramientas son un terminal y el software que desarrolla mi departamento. La interfaz gráfica le presenta una imagen virtual del cerdo a despiezar. Ratón en mano, el técnico define los cortes que un robot (que también fabrica mi empresa) hará en la práctica. Yo trabajo en el interfaz. También ayudo a programar el robot cuando hay picos de trabajo en esa área. Y he participado en el diseño y desarrollo del sistema central. Todavía le dedico algo de tiempo de tanto en tanto. Pero lo mío es el interfaz de operario. El técnico puede obtener distintas vistas del cerdo. Para ello tiene dos opciones: utilizar las predefinidas o rotarlo a voluntad. Los cortes son igualmente versátiles. Los hay predefinidos (jamón, lomo...), de forma que el propio programa busca la pieza y define el corte, o bien el técnico puede editar una curva sobre el cerdo. Al final es el robot el que lo corta por donde se le indica. El programa monitoriza el corte y genera informes. Algo así como, 15 CHULETAS de LOMO, 2 PALETILLAS enteras, 1 JAMÓN, etc. Pinchando en CHULETAS obtenemos una vista del producto preparado por el robot, lo que permite hacer el control de calidad y detectar errores.

Creo que este sistema hará la vida más fácil para los operarios.

La vida es una mierda en general pero con este trabajo le doy cierto sentido a la mía y espero que también a la de los imbéciles que manejarán el programa (en vez de la sierra y los cerdos). De niño era más feliz. No lo pasaba mal. Pero hace años que me di cuenta de lo imbéciles que somos todos. Imbéciles e insoportables. Todos. menos un tío que me encontré una vez y que era muy simpático. No dudo que fuera un imbécil pero resultaba de lo más soportable: casi agradable.


Las 12:42. La mañana avanza pero el problema sigue ahí. Los cortes de las chuletas están astillados. El caso es que, aunque el técnico los define correctamente, el robot se desvía a veces y no sé por qué. y esto hay que solucionarlo entre hoy y mañana. Como sea. O eso o me queda para la vuelta del viaje, No es buen momento para un viaje. Con el sistema recién arrancado seguro que los problemas se acumulan. A la vuelta tendré 256 e-mails pidiendo soluciones para 512 problemas y además, las CHULETAS astilladas.

miércoles, 27 de mayo de 2009

PSICODRAMA EN PRIMERA PERSONA (Parte I)

Esta es la historia, el relato de la historia, el relato de la crítica de la historia, el relato de la correspondencia que recoge la crítica de la historia, el relato. La historia. Lo único nuevo es el título. Todo, excepto el título, es viejo. Desde que Alex inventó la expresión "Psicodrama sentimental", he deseado incluirla en algún relato. Para el título de éste me quedo con la primera parte, "Psicodrama". He barajado varias opciones: "Psicodrama hipertemporal", "Psicodrama hipertextualizado", "Digresión en forma de psicodrama sentimental hipertextualizado". Al final la "primera persona" y la simplicidad han ganado la partida. He aquí el texto:


oooooooooooooooo



Señor Editor,

He aquí el texto:





UNO

Subimos al taxi. La parte de atrás consta de sillón, donde nos sentamos, y cinturones de seguridad que ahora estamos abrochando. Por las ventanillas se ve el exterior. Veo un autobús pasar; va lleno. Veo gente cargada con bolsas de un centro comercial próximo. Veo un árbol grande al lado de la puerta del hotel en el que hemos pasado la noche. Son las 9:30. "Al AEROPUERTO". El taxi se pone en marcha.





DOS

En nuestra noche de bodas me he hecho una paja.

-Cariño, ¿tienes listas tus cosas? ¿Te has hecho la maleta?

La habitación que nos han dado es grande y luminosa. Excelentes acabados, con las mejores calidades. Todo exterior. Entre las cama y el vater, una alfombra roja.

-Cariño, ¿Sales ya? Vamos a perder el avión.

Miro la hora, son las 8:17. Llevo puesto un traje de rayas claro, zapatos marrones, camisa de algodón y corbata. Si corro las cortinas el sol bañará la cama deshecha. Miro por la ventana. En el exterior veo pasar un autobús que va lleno. Veo gente cargada con bolsas de basura dirigirse a un contenedor próximo. Veo la copa de un árbol grande que me oculta la puerta del hotel que elegimos hace dos semanas. Son las 8:35.

-Cariño, ¡El avión!





TRES

Antes de cerrar los ojos veo la hora: 2:03. He dejado mi reloj de pulsera donde pueda alcanzarlo, sobre la mesilla de noche. Los tiradores son de cuero, el resto roble. Roble en la mesilla, en la cama. El sinfonier, el marco del espejo que refleja la puerta de entrada, también de roble. El botones -tan de roble como el resto del mobiliario- dejó las maletas junto a la entrada de la habitación 507. La cerradura es normal. No es de esas de tarjeta, se abre con la llave que me han dado después de firmar en el registro.

Está pagado todo. Lo estaba ya cuando entramos en el hall del hotel. Un bonito hall. Suelos de mármol viejo, mobiliario sobrio, clásico. Y columnas. Dentro, columnas de escayola y también en la fachada, enormes columnas de hormigón que imita piedra hasta el techo del segundo piso. Hay que cruzar la calle para verlas enteras. Cuando llegamos no pude verlas bien, aunque las recordaba de otra vez. Pero desde un coche nunca se ve nada bien. Aunque no conduzcas. Además cuando llegamos al hotel íbamos los dos borrachos. El vino y algún licor habían teñido mi camisa. La chaqueta me olía a humo y a ceniza de tabaco. Eran las 12:48 pero estaba seguro de que el conserje sería indulgente con unos recién casados. Aún así no me hacía gracia llegar tarde.

12:50. Teniendo en cuenta que habíamos tardado 3 horas en despedirnos no había razón para llegar tarde. Si hubiéramos tardado 2 horas en decirle adiós a la familia y los amigos ahora no serían todavía las 12:00 y no llegaríamos tarde. Yo sólo tardé media hora. El resto fue repetición. A las 10:15 le daba la mano a mi suegro y recogía la chaqueta en guardarropía. A las 11:03 habíamos logrado abrirnos paso hasta la puerta entre un enjambre de amigos y familiares. Mi suegra acechaba apoyada en su marido. Y aún tardamos otra hora hasta el coche. Y todo aquello después de pasar el día entero con ellos. La sala de fiestas, el banquete, la ceremonia, los previos, la angustia del días anterior, los nervios, los preparativos durante 6 meses de tedio, aburrimiento y estrés, con ellos.

Esta vida no tenía ningún sentido. Todo el mundo es imbécil. De eso no me quedaban dudas. Hacía más de un año que me había dado cuenta. Yo soy una mierda y los demás también y sustentamos nuestra existencia en el aburrimiento y el hastío, echando la vista atrás en todo momento. Haciendo planes para recordarlos. Los amigos... Los viejos amigos. La familia siempre estará ahí, siempre estuvo. Todos imbéciles. La humanidad es homogénea en su estupidez, no entiendo a los racistas. Todos merecemos por igual el odio y el desprecio de esos gilipollas, pero son tan miserables que nos niegan aquello que por derecho es nuestro y lo reservan para los moros, los negros, los gitanos, los maricones, los blancos, los chinos, los yonquis, los gordos, los padres, los militares, las mujeres, las lentejas, el arte moderno...

viernes, 22 de mayo de 2009

Mal Gusto

"Aquella noche no había luna. Cuando salí del coche y puse los pies en el suelo, recuerdo que dije para mis adentros: Alma lleva carmín en los labios, el coche es amarillo y esta noche no hay luna. En la oscuridad, tras el edificio principal, apenas distinguía el contorno de los árboles de Hector: grandes masas de sombra agitadas por el viento.
[…]
Once años después, me sigo preguntando lo que habría pasado si me hubiese parado, si hubiese dado media vuelta antes de llegar a la puerta. ¿Y si en vez de rodear los hombros de Alma con el brazo y andar resueltamente hacia la casa, me hubiese detenido un momento para mirar a la otra mitad del cielo y descubrir que una enorme luna redonda lo bañaba todo con su luz? ¿Seguiría siendo cierto decir que aquella noche no había luna? Si no me hubiera molestado en dar media vuelta para mirar detrás de mí, sin duda, seguiría siendo cierto. Si no vi la luna, es que no había luna en el cielo."

(El libro de las ilusiones. Paul Auster.)


La idea surgió como un reto: a que no eres capaz de escribir algo realmente desagradable, de mal gusto y mostrarlo al mundo. Pichichi lanzó el reto y Anthony lo recogió y escribió esta historia, que ya se ha contado otras veces, pero con otros nombres y en otros formatos. Este es el texto íntegro si exceptuamos un párrafo final en el que la señora Dolores (la bruja del tercero) se ve envuelta en una sórdida escena de parchís, mentiras y drogas con un pato. Para proteger las identidades se han cambiado algunos normes: Erik en realidad es Anthony (la historia es pues autobiográfica), Dolores es Dolores (este nombre no se ha cambiado por motivos que escapan al propósito de este relato) y en realidad el resto de personajes no tienen nombre, así que podríais ser vosotros. Cualquiera de ellos, cualquiera de vosotros.

Ya está otra vez. Follando. Pero Erik no tiene por qué oír esos jadeos en el cuarto de en frente. Esos gemidos, esos chirridos aserruchados que no le dejan dormir. Erik no tiene por qué ver a su vecina en tetas cruzar por delante de su ventana, no tiene por qué ver a un hombre desnudo contoneándose a escasos cuatro metros de patio de luces.

Tumbado en la cama, Erik sabe que eso es así, que no hay justificación para lo injustificable: que esos dos degenerados no le dejan dormir. Que si ahora entrara con una hacha, pero tendría que ser una grande, muy grande, que si entrara a hurtadillas en casa de su vecina, (a hurtadillas) en su cuarto y descargara un hachazo en la espalda de su amante que lo atravesara de lado a lado hasta troncharle a ella el pecho, estaría bien. ¿No queréis follar? ¿No queréis estar juntos, estar cerca? Los dos juntitos: él tendido arriba, chorreando la sangre de sus pulmones en la herida de ella, abajo, todavía unidos, ensartados por el hacha, escupiéndose mutuamente la sangre que se les escapa por la boca. ¿Os gusta así? Estaría bien. Y después sacar el hacha de golpe, oír los estertores, ver como sacuden sus miembros mientras gastan el último aliento pringoso de sangre y bilis en apartarse el uno del otro, asqueados de sus cuerpos reventados. Porque no hay derecho.

Ni respeto. Y Erik necesita descansar y ya van a dar más de las doce, con todas sus letras (¡m-á-s-d-e-l-a-s-d-o-c-e!), y él no tiene por qué escuchar los “así fóllame” ni los “más fuerte”, ni “sí”, ni “me corro” ni hostias. Entrar en su cuarto con un martillo y reventarles la cabeza. O con un cuchillo y clavárselo en las entrañas hasta notar el hueso-rasposo-contra-el-filo, igual que cuando arreglas pollo. Ese chirrido, un ris ras ras que no se oye sino que se siente como un cosquilleo en la mano. Y ya lo llamarán loco, pero al menos él no es un hijoputa irrespetuoso. Él no se pasea en pelotas por su ventana, ni se pone a joder con ruidos a las tantas.

Y ahora las risitas. ¡Qué bien! O sea que Erik existe para vecino, que el ordenador me va raro y como tú sabes de eso, que si le puedes echar un vistazo… Pero Erik no existe para descansar. Erik no necesita dormir por la noche. Y si que no me va el correo, va el imbécil de Erik y, ala, después de currar todo el día (porque él SÍ curra), después, ala, va él a ver qué cojones le pasa al correíto de la vecina. Y te pones a revisar el sistema y vas y te encuentras sus bragas tiradas en el suelo y sus e-mails obscenamente abiertos y en la papelera los sobres de condones y... Y ella, ¿Qué se va a inmutar? ¡Anda ya! Si se pasea en bolas por la ventana, si cada vez que folla se entera todo el barrio.

El hacha habría que comprarla en otro pueblo, eso sí, para no dejar rastro. Y también guantes de latex; y la ropa luego tirarla. Coger una mochila con una muda, ponerse los guantes, entrar a saco (pero con sigilo), dos hachazos bien dados y después, al campo, a quemar la mierda que haya, a cambiarse y a casa a dormir tranquilo. O tal vez esa noche, por ser tan especial, a brindar con cava de la tierra y tomarse el día siguiente libre. Y a la noche siguiente, eso sí, a descansar… siempre que la bruja del tercero no esté con el teletienda a todo volumen, que esa también tiene un hachazo.


Y después de esto tal vez os preguntéis qué tiene que ver la cita del principio con la mierda de en medio. Yo no lo sé. Preguntadle a Erik si hay huevos.

lunes, 18 de mayo de 2009

Algarabía Irracional - Algarabía Internacional

Te aburres con mucha paciencia
Anónimo.

Un bar es un personaje tan digno como el que más en un relato. Charly y Saske salen del bar hablando todavía a gritos y se sientan en la acera de enfrente. Charly se sienta en una mierda.

-Te acabas de sentar en una mierda
-¡Joder, no! ¡Qué asco!

Charly es un cuerpo rígido, con la columna tiesa y las manos crispadas, como si hubiera apoyado en la mierda las manos en vez del culo. Saske se descojona.

-No me pienso levantar.
-¿Nunca?
-Nunca. Si me levanto todos van a ver la mierda y será horrible. Pero si me quedo sentado será como si nunca hubiera pasado.
-Será como si no te hubieras sentado en la mierda…
-Será como si todos os hubierais sentado en la mierda menos yo.
-Extraña forma de verlo.
-Se llama pensamiento lateral. Será como si todos fuéramos la mierda y nadie se nos hubiera sentado encima ¿Tienes la libreta? Si voy a quedarme aquí hasta el fin de los días necesitaré algo para entretenerme.

Saske busca en la mochila y saca una libreta de Valtrex 1g, el hallazgo de la noche: una recopilación de textos encontrada en la basura, en el cajón de una mesita de noche infestada de carcoma. En la primera página hay un dibujo intrincado de motivos que se repiten. Debajo del dibujo empieza el texto:

Podríamos usar palabras raras: alcorque, epitafio, ofensa. No describen este momento. Un rato que se prolonga en forma de personas y actitudes, de cosas que pasan, que van pasando. Una caída, una succión, un baile, una obsesión. El relato sencillo de una lucha primigenia, desprovisto de artificios. Sacar olivas de un tercio de cerveza, mano a mano entre dos mujeres. El relato desde aquí, desde allí, como lo hacéis vosotros ahora. Como lo intentáis…

-Desde luego es letra de borracho.
-Tal parece, sir Charles. Pero continuad leyendo, por favor.

[[[ Wish you were here ]]]
Un idioma que tiene demasiadas “E”s, demasiadas “H”s para contar esto que pasa ahora. En este relato tendrían que salir varios personajes: un bar, un imperio, varios metros de gente. [Cada un con lo suyo: el bar con sus ligres, el imperio con su epitafio, la reggatta de personas.] otra piedra en la mejilla. Un croissant de chocolate puesto en el altar junto a un vaso de tinto. Porque he sido yo quien ha pronunciado la frase, el sujeto “un croissant de chocolate”. Una idea, tal vez un principio, (como un muslito.)

-Esto lo ha escrito un tío.
-¡Lo dices por la letra!
-No, lo digo por lo que dice, por la forma de escribir y sobre todo por la letra que definitivamente es de tío.
-Aquí hay un poema a dos voces, o a dos letras, por lo menos.
-Espera, espera, quiero que leas otra cosa que he visto antes. Te va a gustar.

La percepción es una interpretación de la realidad.

A través de un modelo (la percepción) construimos nuestra realidad: el mundo en que vivimos.

La finalidad o la utilidad son formas de entendimiento. Son percepción y en esa medida conforman nuestro universo.

Cuando uno analiza un problema está construyendo su realidad.

El mundo se construye mediante la experiencia de la vida, mediante la percepción, mediante la interacción con el mundo en una realimentación continua.
¿Es esta realimentación lo que da continuidad a la realidad (o a la existencia?
El ser nace (o es) del diálogo entre la percepción y la realidad; la membrana que separa una célula del universo.


Cuando uno analiza un problema está construyendo un problema.

En última instancia cualquier acción supone un cambio en el todo de naturaleza imprevisible.

El tiempo es instantáneo: sólo existe en el diálogo entre “percepción-realidad-percepción” (que es instantáneo). Por lo tanto el concepto de previsible o imprevisible resulta absurdo. El todo es instantáneo. El tiempo NO transcurre.

El diálogo entre realidad percepción es instantáneo pues la realidad modifica a la percepción y a su vez la percepción altera la realidad de forma que no existe continuidad en ninguna de las dos: la realidad desaparece en el instante de percibirla.

El conocimiento altera el conocimiento.

C -Nosotros no somos músicos, No hacemos…
F -¡No músicos, no!
C -…música. O sea, que esto, los instrumentos… No os dejéis engañar. Que músicos no somos.
F -Hombre…
C -[…]
F -Lo que se dice…
C -…Bueno tocamos. Pero lo que somos es unos vándalos.
F -¡Ah!
C -Un vándalos, músicos no.
F -No mira, no. Músicos no…
C -Y ahora vamos a tocar un tema que se llama “Choped”.

-¡Vaya parrafada!
-¿Verdad? Y ahora si quieres el poema:

martes, 5 de mayo de 2009

Romance Anónimo

Por el río baja la Cócara Vigoracha y yo no puedo más que entrincharla para su adentro, para mi afuera, en una lucha a muerte contra la cultura, en una lucha a vida contra la muerte. La sombra festeja la luz, y en su boca, al hablar, se oyen las abejas que aprendió en el monte y en mis manos se adivina la quijada de una burra que dio leche por siete inviernos. No hay sur, no hay norte, sólo arriba y abajo, derecha e izquierda. Su mano derecha, arriba; mi mano izquierda abajo, serpiente. Abajo, río sol y algas, Abajo, puente de cultos aldeanos, proceso de vendimias. Arriba, la muerte, abajo la muerte. A la derecha, el brazo izquierdo, los chopos y un molino. Arriba la noche, manantial de rosquillas sin fondo.
“Dicen, le digo, que hay que talar un árbol, matar a un niño y quemar un libro.” “Dicen, me dice (con la boca llena de abejas), que hay que cruzar un puente, comerse una cabra y ordenar una maleza.”
“Dicen, le susurro, que siete novias para siete hermanos; pero no dicen ni cómo ni cuándo.”
“Dicen, me susurra, que la invasión de los ultracuerpos.”
“Dicen, pienso, que Patria, Tierra, Bandera…”
“Pomelos, Tortugas, piensa ella, Ingleses…”
“Lentejas, Sobacos, Escobas… soñamos… Pronombres, Imperios, Legumbres…”

El día descalabra un amoroso coscorrón sobre el pescuezo de la noche.
Encaramado a un árbol, un cerdo canta a la mañana. Los montes se alisan las faldas, los ríos retoman su fluir, los solsticios suceden a los equinoccios.

En otra mañana, a pocos kilómetros de allí, se encuentra aquí. Aquí es la ciudad de Mesopotamia, que nunca duerme de día, ni siquiera de noche y que se vanagloria de ser la patria y tierra natal de las fallas y los mesopótamos intangibles, invisibles, ingrávidos, seres volumétricos. Se los aprecia en la bandera de Mesopotamia y están presentes aunque ocultos en todas las banderas del mundo cuando ondean al viento. Pero Aquí no nos importa. Nos cagamos en Aquí.