miércoles, 27 de mayo de 2009

PSICODRAMA EN PRIMERA PERSONA (Parte I)

Esta es la historia, el relato de la historia, el relato de la crítica de la historia, el relato de la correspondencia que recoge la crítica de la historia, el relato. La historia. Lo único nuevo es el título. Todo, excepto el título, es viejo. Desde que Alex inventó la expresión "Psicodrama sentimental", he deseado incluirla en algún relato. Para el título de éste me quedo con la primera parte, "Psicodrama". He barajado varias opciones: "Psicodrama hipertemporal", "Psicodrama hipertextualizado", "Digresión en forma de psicodrama sentimental hipertextualizado". Al final la "primera persona" y la simplicidad han ganado la partida. He aquí el texto:


oooooooooooooooo



Señor Editor,

He aquí el texto:





UNO

Subimos al taxi. La parte de atrás consta de sillón, donde nos sentamos, y cinturones de seguridad que ahora estamos abrochando. Por las ventanillas se ve el exterior. Veo un autobús pasar; va lleno. Veo gente cargada con bolsas de un centro comercial próximo. Veo un árbol grande al lado de la puerta del hotel en el que hemos pasado la noche. Son las 9:30. "Al AEROPUERTO". El taxi se pone en marcha.





DOS

En nuestra noche de bodas me he hecho una paja.

-Cariño, ¿tienes listas tus cosas? ¿Te has hecho la maleta?

La habitación que nos han dado es grande y luminosa. Excelentes acabados, con las mejores calidades. Todo exterior. Entre las cama y el vater, una alfombra roja.

-Cariño, ¿Sales ya? Vamos a perder el avión.

Miro la hora, son las 8:17. Llevo puesto un traje de rayas claro, zapatos marrones, camisa de algodón y corbata. Si corro las cortinas el sol bañará la cama deshecha. Miro por la ventana. En el exterior veo pasar un autobús que va lleno. Veo gente cargada con bolsas de basura dirigirse a un contenedor próximo. Veo la copa de un árbol grande que me oculta la puerta del hotel que elegimos hace dos semanas. Son las 8:35.

-Cariño, ¡El avión!





TRES

Antes de cerrar los ojos veo la hora: 2:03. He dejado mi reloj de pulsera donde pueda alcanzarlo, sobre la mesilla de noche. Los tiradores son de cuero, el resto roble. Roble en la mesilla, en la cama. El sinfonier, el marco del espejo que refleja la puerta de entrada, también de roble. El botones -tan de roble como el resto del mobiliario- dejó las maletas junto a la entrada de la habitación 507. La cerradura es normal. No es de esas de tarjeta, se abre con la llave que me han dado después de firmar en el registro.

Está pagado todo. Lo estaba ya cuando entramos en el hall del hotel. Un bonito hall. Suelos de mármol viejo, mobiliario sobrio, clásico. Y columnas. Dentro, columnas de escayola y también en la fachada, enormes columnas de hormigón que imita piedra hasta el techo del segundo piso. Hay que cruzar la calle para verlas enteras. Cuando llegamos no pude verlas bien, aunque las recordaba de otra vez. Pero desde un coche nunca se ve nada bien. Aunque no conduzcas. Además cuando llegamos al hotel íbamos los dos borrachos. El vino y algún licor habían teñido mi camisa. La chaqueta me olía a humo y a ceniza de tabaco. Eran las 12:48 pero estaba seguro de que el conserje sería indulgente con unos recién casados. Aún así no me hacía gracia llegar tarde.

12:50. Teniendo en cuenta que habíamos tardado 3 horas en despedirnos no había razón para llegar tarde. Si hubiéramos tardado 2 horas en decirle adiós a la familia y los amigos ahora no serían todavía las 12:00 y no llegaríamos tarde. Yo sólo tardé media hora. El resto fue repetición. A las 10:15 le daba la mano a mi suegro y recogía la chaqueta en guardarropía. A las 11:03 habíamos logrado abrirnos paso hasta la puerta entre un enjambre de amigos y familiares. Mi suegra acechaba apoyada en su marido. Y aún tardamos otra hora hasta el coche. Y todo aquello después de pasar el día entero con ellos. La sala de fiestas, el banquete, la ceremonia, los previos, la angustia del días anterior, los nervios, los preparativos durante 6 meses de tedio, aburrimiento y estrés, con ellos.

Esta vida no tenía ningún sentido. Todo el mundo es imbécil. De eso no me quedaban dudas. Hacía más de un año que me había dado cuenta. Yo soy una mierda y los demás también y sustentamos nuestra existencia en el aburrimiento y el hastío, echando la vista atrás en todo momento. Haciendo planes para recordarlos. Los amigos... Los viejos amigos. La familia siempre estará ahí, siempre estuvo. Todos imbéciles. La humanidad es homogénea en su estupidez, no entiendo a los racistas. Todos merecemos por igual el odio y el desprecio de esos gilipollas, pero son tan miserables que nos niegan aquello que por derecho es nuestro y lo reservan para los moros, los negros, los gitanos, los maricones, los blancos, los chinos, los yonquis, los gordos, los padres, los militares, las mujeres, las lentejas, el arte moderno...

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre que en mis ataques de odio generalizado llego amargamente a la conclusión de que todo el mundo es gilipollas, que todos somos gilipollas, acabo preguntándome en qué consiste exactamente el no-ser-gilipollas.
No tengo ni idea.
Es absurdo considerar que existe lo absurdo.
Para mí nada es más incomprensible e imposible de asumir que estar aquí, existir y tener un rostro; el levantarse con un propósito, empeñarse en ser feliz; el opinar, usar la vida.
Bah, voy a tomarme un tequila.

Google dijo...

Yo sólo quiero comentar la presencia del sinfonier en el relato. Creo que no es casual. El artista quiere remarcar la idea de vacío existencial al nombrar ese mueble entre un montón de palabras de más de 3 letras.
Pero esperemos al resto del relato (un gran relato, por cierto) para no sacar conclusiones precipitadas.

Pichichi dijo...

Hola Anónimo,

Hay gente, mucha por lo que yo sé, que nos vemos expuestos a ataques de odio generalizado (generalizzado en italiano). Estos ataques, en mi humilde opinión no pueden más que nacer de nuestra propia visión, y en el fondo se parecen mucho a otros ataques que nos llevan a pensar que todo el mundo es maravilloso. Maravilloso, odio, ¿opiniones o diarrea mental?

Pero ¿qué seria de nosotros sin estas discusiones? "Es absurdo considerar que existe lo absurdo" y llevado al extremo, es absurdo considerar cualquier cosa en vez de dedicarnos a comer, cagar, dormir y follar... o beber tequila. Me ha encantado tu comentario.

Pichichi dijo...

Google,

¡Vaya visitaza! Ni más ni menos que el buscador más popular leyendo en mi blog y comentando. Gracias sean dadas a Internet o en su defecto a la divina providencia.

SINFONIER: por supuesto que sí. Si aventuráramos que todo el relato gira en torno a este mueble no nos equivocaríamos. Puede que no acertáramos (o acertásemos, por supuesto). Sin-fo-nier es la cohabitación dieciochesca amalgamada con la bananalidad o como bien dices, querido buscador, querido cazador de links que nunca descansas porque en tu mundo nunca se pone el sol (ni sale por cierto, porque todo es bit, pixel y jpeg), como bien dices, la idea del vació, de la ausencia de contenido en el ánfora de la conciencia colectiva.

El resto, o sea, lo que falta de nada para completar el vació que medimos con nuestra propia frustración, está en camino. A la máxima brevedad y en formato hipervinculante.

Anónimo dijo...

YEIH PICHICHI! Es temprano para leer tus relatos... pero es que si no los leo al poco de levantarme a veces estoy cansado para entenderlos... es decir, te tengo que leer con una predisposición muy positiva, muy descansado y con la mente despejada (y no por la falta de pelo que se empieza a notar). En fin, me gusta que hables de gilipolleces pues siempre te he considerado uno de los que más sabe de eso... sin embargo el otro día te perdiste una JAM AGILIPOLLAOS SESSION en el vuit de Copes... hubo un cono de la calle que se convirtió en gorro de payaso y luego se transformó en alta voz de Tom Waits para pedir nuestros cubatas a una camaera a la que le llovían tarjetas de crédito, carnés de identidad, y frases de todos los colores... en fin, QUE VIVAN LOS GILIPOLLAS!!!

Pichichi dijo...

Hola Anónimo.

Me halagas con tu comentario: ser una eminencia en gilipolleces es una de las mejores cosas a las que puede aspirar el ser social. Me sitúa en la cumbre de la pirámide de Maslow. Desde aquí arriba se ve todo tan chiquito: los camellos parecen hormigas.

Lástima de perderse la JAM AGILIPOLLAOS SESSION. Me hubiera gustado estar por allí. Otra vez, si se repite...

Abrazorl y que viva Mr Tom Waits!