lunes, 19 de enero de 2009

Modelar el fuego

El fuego se refleja en los ojos. Mezclándose con el aire; ya son aire. Son humo, pensamientos que se esparcen flotando. Pensamientos de fuego.
Un instante impreciso. El clic de una ramita al partirse, una llama verdosa, otra amarilla, pequeña. ¿Pequeña? Los contornos escapan a la vista, a la mente.

¿Cómo arde una cerilla? Después de frotar la punta, un destello, un chisporroteo: el palo se prende y una llamita -¿una?- lo consume hasta los dedos. Luego otra cerilla. El olor acre se cuela por la nariz, directo al cerebro: los pensamientos se vuelven humo. Aire. ¿Es éste el mismo fuego que arde en la chimenea?
Un mechero tiene una llama más regular. Los modelos necesitan reglas, pero esta llama tampoco las explica. Son demasiado complejas o demasiado banales y la mentira no resulta creíble ni práctica. No para mí que quiero modelar el fuego.

Se me ocurre que tal vez el fuego se construye, que basta con entender la madera que arde para saber cómo será el fuego o uno de los muchos fuegos posibles. Un fuego. Conocer las vetas, las ramas y los grosores y cómo se seca la madera si se corta bajo el influjo de la luna menguante de enero. Y luego, predecir el fuego a partir de este conocimiento. Parece un camino lógico: bueno para un aparato electrónico o para escribir un texto con imágenes. Es indudablemente demasiado complejo, pero susceptible de muchas simplificaciones que lo hagan práctico.

La gran ventaja de estos modelos es que puedes coger todos tus apuntes o tu ordenador y quemarlos cuando estés harto de ellos. Los cojo y los quemo y miro el fuego ¡Por fin el modelo ha dado su fruto! Las llaman danzan ante mis ojos complacidos, rojos de felicidad por el humo que flota y se esparce llevándose las piezas de otro puzzle incompleto.

Una primera conclusión: modelar siempre en material combustible.

Tentado por la posibilidad de ir en contra de esta primera premisa o al menos de no acatarla ciegamente me decido por la cocina. El fuego de un hornillo (elemento poco combustible, cuando menos) calienta la sartén donde se fríen a partes iguales cebolla, pimientos y tomate. Añadir sal. Añadir el pollo previamente frito. Añadir también los tacos de jamón. Freír cinco minutos más y dejar reposar. ¿Cómo era el fuego con el que se hizo esta comida?
Con una parrillada tal vez resulte más sencillo: “creo que esta chuleta se asó en un fuego de llamitas rojas, amarillas y azules que crepitaron divertidas al caer la grasa y por un momento treparon del carbón a la carne. Aquí se ve dónde ardió el cordero, por la parte más negra…”

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Bella reflexión. El fuego es luz y gas y se comporta misteriosamente, como corresponde a su esquiva naturaleza. Aprovecha los contornos, entresijos y puntos débiles de todo aquello que consume. Ataca subrepticiamente, interiormente, tratando de esquivar nuestra comprensión, mientras seduce nuestros sentidos con su luz.
Pero llegan nuestros días extraños e hipnóticos; ésos en que podemos llegar a predecirlo, anticipándonos, estudiando antes que él los recorridos que encontrará en su destructiva existencia. Y llegamos a convencernos de que lo modelamos, sintiendo un inexplicable placer.

Pichichi dijo...

Bello comentario. Es un placer contar con anónimos/as lectores/as como usted.

Guille dijo...

MMMM chuletas... que gran palabra... se me llena la boca sólo con pensarlo...

¡Y qué util el fuego! Gracias a él puedes cocinar las chuletas, gracias a él puedes calentarte para comer las chuletas cuando hase frío, gracias a él podemos contemplar las chuletas que nos comemos, gracias a él podemos quemar los libros que nos dicen que la grasa de las chuletas es perjudicial a la salud, gracias a él podemos purificar a los que escriben esos libros...! ¡Qué grande es el fuego! (Y cuanto más grande, mejor).

Por cierto, el que juega con fuego, se acaba quemando, ¡pero y lo bien que se lo pasa!

Besitos (ardientes, claro).

Anónimo dijo...

Sin ánimos de insultar, pero el texto parece escrito por Acebes cuando el incencio en Guadalajara de hace 3 años...

Pichichi dijo...

Ya veo que aquí cada cual arrima el ascua a su sardina: Guille-chuletas; Compresa-Acebes.

En todo caso, Compresa, no anda tan desencaminada: el texto es antiguo, pero más de lo que piensa. Es de 2003.

¡Pues que a ustedes les cunda!

ÉCHANGE dijo...

una pena que tu estudio sobre el fuego no haya sido publicado antes porque el Puig Campana se ha quedado desangelado y esos datos hubiesen sido importantes tenerlos controlados.
Ahora me voy a preparar unas lentejas (a falta de chuletas).